«Érase una vez en Dalind un hombre que tardó años en cruzar el desierto hasta llegar al mar y solo minutos en cruzar el mar hasta alcanzar la tierra. Arribó una noche sin luna, estaba muy oscuro. Tenía frío y se quitó los pantalones empapados. Dejó a los demás atrás y echó a correr montaña arriba. En la carretera del faro encontró a una mujer en chándal que también corría.
“Telephone”, dijo él.
“No te entiendo”, dijo ella.
Y se fueron cada uno en dirección contraria.»